Vehículos eléctricos de trabajo: los beneficios ''ocultos'' que disparan la productividad en Colombia
La movilidad eléctrica se ha consolidado como una herramienta financiera estratégica para emprendedores y empresas. ¿Por qué una van o un camión eléctricos pueden ser hoy el mejor socio para su negocio?.
En un contexto donde el precio de los combustibles fósiles no da tregua y las restricciones de movilidad en las principales ciudades del país asfixian la operación logística, la migración a energías limpias ha dejado de ser una simple declaración de principios ambientales para convertirse en una decisión de rentabilidad pura.
Aunque el impacto positivo en el planeta es innegable, para el transportador, el pequeño empresario o el técnico independiente, el verdadero valor de un vehículo eléctrico reside en su capacidad de operar sin interrupciones, garantizando que el trabajo no se detenga por normativas urbanas.
Marcas especializadas en el segmento productivo, como Farizon -respaldada por Geely Holding Group y el Grupo Vardí-, están poniendo sobre la mesa un abanico de incentivos legales y tributarios que muchos usuarios aún desconocen.
Al respecto, Felipe Negret Hidalgo, Gerente de Marca de Farizon Colombia, enfatiza que "
muchos emprendedores y repartidores aún asocian esta tecnología exclusivamente con el uso familiar o las grandes corporaciones, ignorando que estas herramientas están diseñadas para hacer más eficiente el trabajo de quien depende de su vehículo para generar ingresos diarios".
Uno de los mayores atractivos radica en la operatividad total, pues estos vehículos gozan de una exención completa de la medida de pico y placa en ciudades como Bogotá, Medellín y Cali. Esto permite que negocios de reparto, logística y servicios técnicos operen todos los días sin restricciones, evitando las pérdidas de ventas que suelen ocurrir en las jornadas de limitación vehicular.
Además, en Bogotá, los camiones eléctricos tienen vía libre en zonas y horarios donde los vehículos de combustión tienen prohibido el ingreso, sumado al beneficio adicional de contar con una hora gratuita en las Zonas de Parqueo Pago habilitadas por la Alcaldía.
En el plano financiero, la ventaja competitiva es contundente. Mientras que un vehículo convencional está gravado con la tarifa general del IVA, los eléctricos nuevos disfrutan de una tarifa reducida del 5 %, lo que representa un ahorro directo en el costo de adquisición.
A esto se suma un esquema de impuestos vehiculares muy favorable: en Bogotá, los propietarios reciben un descuento del 60 % en este tributo durante los primeros cinco años tras la matrícula, mientras que en Cundinamarca el beneficio es del 40 %.
Para las empresas legalmente constituidas, el beneficio más potente es la deducción de hasta el 50 % del valor del vehículo en la base gravable de renta, un alivio fiscal que puede proyectarse hasta por 15 años.
Finalmente, el ecosistema de apoyo se completa con programas gubernamentales como FONCARGA y FOPAT, los cuales incentivan la renovación del parque automotor mediante beneficios económicos por desintegración o reposición de equipos antiguos. La movilidad eléctrica productiva ha dejado de ser una alternativa exótica para convertirse en una herramienta táctica que optimiza costos, garantiza la continuidad de la operación y mejora el puntaje en procesos licitatorios.
Para el sector automotor nacional, el veredicto es claro: dar el paso hacia el motor eléctrico es, hoy por hoy, la maniobra más inteligente para asegurar el futuro de cualquier negocio sobre ruedas.