Un dia como hoy, nacia Tazio Nuvolari.
El gran tema de las impugnaciones, protestas, denuncias y transgresiones es achacado hoy al súper-profesionalismo, pero lo cierto es que viene desde bastante lejos en el tiempo. Hace una respetable cantidad de años, allá por 1928, dos grandes equipos se enfrentaban permanentemente en las pistas de Europa, sin dar ni pedir tregua. En ciertas oportunidades lo que agravaba la situación era que el reglamento que regía las carreras de autos de Gran Prix de aquella época tenía muchos baches, cosa que, como es lógico, con el paso del tiempo y la experiencia adquirida, se fue perfeccionando.
Tazio Nuvolari y Aquiles Varzi, al comando de sendas Bugatti prácticamente particulares por un lado y Materassi y Arcangelí por otro, conduciendo las Talbot 1500cc., fueron a correr el Gran Premio de Trípoli (Libia), confiados, tanto unos como otros, en el triunfo sobre la otra marca. Pero el enfrentamiento entre las dos escuderías no se llevó a cabo en la pista sino en los boxes y por conducto de los capitanes: Nuvolari y Materassi.
El reglamento prescribía que si un volante no transportaba un acompañante, debía colocar en lugar del mismo un lastre de 70kg, lo que equivalía a una bolsa de arena... o sea que el tema de los lastres que hoy se utilizan en el TC o en el TC 2000 no es un invento de esta época, como algunos creen.
Durante los entrenamientos Materassi giró en el circuito sin acompañante, pero con la bolsa de arena en el asiento correspondiente. Al dar unas cuantas vueltas se dio cuenta de que ésta se desplazaba en cada curva y que si se llegaba a romper podía caer arena en la transmisión y causar daños irreparables. Basándose en ese razonamiento le pidió al Comisario Deportivo que lo autorizara a salir a la pista sin lastre. Las autoridades trataron de hacerle comprender que debía aceptar el reglamento pero él, de todas maneras, se presentó en la largada sin la bolsa de arena y sin el copiloto. Los directivos de la prueba recurrieron a un plebiscito entre los rivales de Materassi para que firmaran un documento por el cual se comprometían a no denunciar ni protestar en el caso de que éste lograra una buena clasificación con su Talbot. Todos los volantes accedieron pero cuando le llegó el turno a Nuvolari, tal cual era de suponer, se negó rotundamente.
- Yo tengo una gran responsabilidad -comentó Tazio- que es la de representar a la casa Bugatti. Yo llevo acompañante, que lo lleve Materassi también si no quiere llevar lastre.
Por su parte Materassi, a veinte metros de Nuvolari, hacía sus declaraciones, con amenazas acerca de las actitudes que asumiría en el caso de que se lo obligara a cumplir con el reglamento.
- Nuvolari dice todas esas cosas para molestarme y no pienso hacerle caso. Si me cargan el lastre o me obligan a correr con acompañante, no largo la carrera.
Mientras esto ocurría, los participantes estaban alineados hacía veinte minutos, en tanto que la duquesa de Aosta, encaramada en el palco de honor con la bandera de largada en la mano, se impacientaba y el público amenazaba con atravesar las vallas y armar un escándalo ante la demora.
Durante largos minutos los contrincantes se mantuvieron en su posición, negándose Materassi a retirar su auto de la línea de partida y de esta manera entorpeciendo la largada de la competencia.
Finalmente, luego de innumerables cabildeos y consultas con los otros pilotos, las autoridades de la prueba decidieron que Materassi no podía correr e hicieron retirar el coche de la pista por la Policía.
Este episodio es el primero que registra la historia del automovilismo internacional como un caso de rivalidad extrema entre dos escuderías o equipos rivales. Luego, pasados los años, la experiencia nos indica que las rivalidades en el circuito muchas veces han dejado paso a acciones antideportivas o a rivalidades reglamentarias, suele pasar que en situaciones en las cuales antes un hombre se jugaba en la pista a ‘cara de perro’ con su rival, hoy hay conciliábulos, estudios y cabildeos en los boxes con un reglamento en cada mano.
N.R.: Según don Enzo Ferrari, Tazio Nuvolari fue un piloto excepcional, el más grande que había conocido.
