En 1995 Reutemann volvía a subirse a un Ferrari de F1.
Ésto es lo que sucedió en aquella jornada inolvidable.
VOLVER A GOZAR
Por Raul Barceló
Una película protagonizada por el Primer Actor Carlos Alberto Reutemann. Sobre una realización del Ferrari Reparto Corse. Advertencia: aconsejable para nostálgicos y melancólicos.
El film se ambienta en el viejo Autodromo de la ciudad de Buenos Aires, el 12 de abril de 1981. Las tribunas, absolutamente repletas, saludan con vítores cada movimiento de la figura estandarte de los argentinos en el automovilismo mundial. La tensión en el equipo se percibe con nitidez. Cuando el motor de su Williams rompe el silencio del mediodía de ese lejano domingo otoñal y sale a pista, la emoción corta el aliento de las 60 mil almas que inundan el coliseo.
Una espesa nube de papelitos blancos, tradicional manera de la "popular" de saludar a sus ídolos, cubre la recta principal del Autodromo. El cemento se abanica al compás de esa masa rugiente que quiere ver a su piloto, ganar por primera vez en su país, y en el día de su cumpleaños.
No podrá ser. Ni en la ficción el destino le brindará esa oportunidad de festejar entre los suyos.
Se le escapó por muy poco. Un segundo puesto premia su esfuerzo y el "Feliz Cumpleaños" que le tributa la gente "a capella", todavía resuena en los oídos de quienes vivimos ese momento.
Sería el último contacto del piloto y su público. Ese año no pudo cumplir su sueño de Campeón del Mundo, y en la temporada siguiente, a poco de comenzar, decidió retirarse definitivamente del automovilismo profesional.
Pasaron 14 años desde esa escena. 13 años más tarde de su despedida de la máxima categoría. Ocurrió el 6 de abril de 1995, con casi 53 años de edad, con su físico cuidado y atlético. Con una notoriedad potenciada, ya que a su condición de deportista popular, suma su cargo de Gobernador de la Provincia de Santa Fe.
A las 9.15 de ese jueves en que la Formula Uno volvía a transitar por el ya remodelado autodromo porteño, el ex piloto ingresó al sector de boxes.
Acompañado por su hija Cora, se le notaba la ansiedad. No era un día más... Durante esa jornada volvería a sentarse en un F1. En una conversación de pocos meses atrás, Luca di Montezemolo, presidente de Ferrari, y Bernie Ecclestone, presidente de la FOCA, habían acordado darle ese gusto a "Lole". Ferrari hizo el sacrificio... Trajo un auto más (el que corrió Berger el año pasado en Australia), que, por los cambios reglamentarios, quedo desactualizado pero en perfectas condiciones de uso.
"Lole" se fue al box donde la Ferrari con el número 11 (el que el usaba cuando corría para la casa italiana) lo estaba esperando. Quedó solo con su vieja amiga. Le dió una vuelta completa y la cara se le iluminó: "No lo puedo creer... Es una Ferrari de verdad."
A los pocos minutos, cerca de una veintena de fotógrafos y camarógrafos se atropellaban entre si en la entrada para grabar un momento muy especial.
Se acercaron tres mecánicos, a uno de los cuales conocía de su paso por Modena. Se probó la butaca que estaba fuera del vehículo y comprobó que no podría entrar en ella. Luego se calzó el buzo antiflama que utilizaría en su "Volver a vivir". Era como si el tiempo no hubiera transcurrido. De un bolso rojo enrome, como el que llevaba a las carreras (o quizás, el mismo) extrajo el casco, el de siempre, el de la franja amarilla, y la capucha ignífuga. Luego se incorporó al cockpit sin butaca e inicio un ping pong de preguntas y respuestas con sus asistentes, a los que les consultó todo (los cambios de velocidad con el sistema automático que nunca uso, a cuantas revoluciones cambiar, los valores de amortiguación, los frenos, el visor, etc.). Tiziano Siviero, habitual navegante de Massimo Biasion en el Rally, fue encargado por Ferrari para que al ex volante no le faltara nada.
Con su concentración característica, Carlos explicaba: "Después de que me retiré, giré una sola vez el Le Castellet, en 1986, con un Ligier. No me pareció tan diferente a los autos que yo manejaba. Aunque las bases de conducción son siempre las mismas: como entrar a las curvas, como frenar... Pero esto es otra cosa. Mi época era muy dura porque era más insegura. Mientras yo corrí, murieron 17 pilotos; no es poco. En los 20 minutos que voy a girar, va a ser imposible darme cuenta de donde estoy. Entre la caja nueva, los frenos, la potencia, voy a tener un lio bárbaro en la cabeza...".
Ya era mediodía. La F1 había comenzado a transitar. Las pruebas de "Lole" habían quedado para la tarde; pero la lluvia complicó todo.
A las 15.15 hs, ya finalizada la sesión de entrenamientos, no se había movido una sola persona de las tribunas, pese a que la lluvia era débil, pero constante. Los periodistas más veteranos, se preparaban para volver a experimentar lo de tantas jornadas gloriosas y otras no tanto, de años atrás. Los más jovenes, que leyeron y escucharon mil historias contadas por otros, se alistaban a presenciar un momento singular. Y el publico, desafiando al tiempo, explotó cuando la roja máquina de Maranello salió a pista.
En boxes.
Una vuelta y a boxes. Nos miramos entre todos, preocupados: ¿no lo podrá llevar en el agua?, ¿por el piso mojado, tendrá temor de golpearlo?. Cualquiera de las alternativas hubiera sido justificable, pero no. Enseguida volvió al circuito y giró. ¿Le van a tomar tiempos?, preguntaban algunos, como si eso fuera una irrespetuosidad, pero con deseos de saber que hacía en los relojes.
2m21s21 en la 1era, 2m15s91 en la 2da, 2m14s68 en la 3era, 2m13s92 en la 4ta, 2m13s04 en la 5ta y 2m11s49 en la 6ta y ultima.
Schumacher, 10mo tiempo en la tanda con piso mojado había marcado 2m08 y monedas...
Sencillamente impresionante. Habría sido lógico que no se animara a salir con piso mojado o que no lo acelerara. Sin embargo, acepto el desafió y cumplió de la mejor manera.
Con una amplísima sonrisa, declaraba: "Tuve mucho cuidado y puse mucha atención ya que volver después de muchos años a subirme a un auto de estos sobre pista mojada, con la potencia impresionante que tienen, era muy delicado...
Me sorprendió frente a los boxes, Debe haber un problema en la composición del asfalto, porque hace unos movimientos muy bruscos.
En pista.
La diferencia fundamental que encontré con los de mi época es la potencia. Es brutal.... Acelera de una manera que no sabes donde va a ir a parar. La caja de cambios es fantástica. Se pueden poner los cambios en la mitad de las curvas, o donde se te ocurra. No, nunca me perdí, siempre supe en que marcha estaba. Es mucho más fácil que la caja manual. Ahora no movés ni la mano ni la pierna, y eso es una enorme ventaja. Me adapte rápido. Pero insisto con la potencia; es la gran diferencia. A los frenos no los pude probar por la lluvia, asi que no sé. Me queda la sensación de haber hecho algo que hice siempre... Cuando transitaba por la "viborita", la curva del Ombu. sentía que lo había hecho hace poco, como si no hubiera pasado tanto tiempo. Pasaba la "viborita", buscaba la misma línea, doblaba a la izquierda; después el Ombu, pasarse un poco, volver... Es cierto, fui mejorando progresivamente. Lo que pasa es que no lo acelere a fondo, lo iba conociendo. El acelerador esta muy largo, para mi gusto habria que acortarlo un 50%. A mi me gusta el acelerador bien "al pie", bien cerca. ¿Mi sensación? que no está tan lejano de lo que yo hice. Estoy muy contento..."
Y se fue a dar la cara a la tribuna, que lo aplaudió como en aquellas jornadas de gloria. Se quedó mirando en silencio un rato y pareció una eternidad.
Y en la transparencia de sus ojos dejó traslucir el agradecimiento y la inmensa alegría, esa que solo interpretan los que "sienten" a través de todos los poros de la piel. Fue un dialogo de miradas entre el ídolo y su público que no lo olvida. Y él cumplió su sueño. Había hecho así fuera por siete vueltas, lo que más ha disfrutado en la vida: Conducir un Formula 1.
Fuente: f1web