Los buenos momentos.
Hay días que uno se reencuentra con lo hermoso de la vida gracias a pequeñas e inesperadas cosas que le puedan suceder.
No hace falta comprar nada ni gastar dinero para sentirse feliz, basta con saber apreciar lo que a uno le rodea, y algo de eso me sucedió esta tarde cuando iba a trabajar.
Ración de paella en casa mientras el B.C.E anunciaba los nuevos tipos de interés y a la cama a echar la siesta de rigor. Antes del inmerecido descanso alguna que otra mala noticia más en el telediario de no recuerdo muy bien qué cadena. (En realidad sí me acuerdo pero así queda más poético.)
Un poco más tarde de nuevo hacia el trabajo y una hermosa vista que cruzaba la autovía, bajo un cielo apocalíptico asomaba un gigantesco aunque frágil pero esperanzador Arco Iris.
Ya en el desvío no pude por menos que detenerme cinco minutos para saborear ese paisaje natural y al mismo tiempo poco frecuente que nacía de no sé donde y finalmente se bañaba en el Mediterráneo.
A la experiencia visual le pude sumar el haber recordado una buena lección que tenía algo olvidada, y es que los buenos momentos hay que aprovecharlos porque quizás no vuelvan más. A los pocos minutos eché la vista atrás y aquel hermoso paisaje ya no estaba allí.
Como recuerdo de ese momento tan especial estas imágenes, este mensaje, y sobre todo la esperanza de que algún día no muy lejano situaciones como ésta me vuelvan a sorprender.
