Un aspecto a destacar de los accidentes en F1 es las consecuencias psicológicas que un piloto puede padecer tras el mismo.
Es lo que en términos profesionales llamamos trastorno de estrés postraumático.
(queda de p.m. la frase pero no soy médico).
El accidente de Button en Mónaco 2003 nos invita a pensar si su pilotaje este año va a ser igual que en otras temporadas cuando llegue al punto donde sufrió dicho accidente.
Cada persona es un mundo, y es difícil saber si Jenson levantará el pie algún milimetro al llegar a la zona del tunel debido a este tipo de trastorno.
El abandono de Lauda en Japón 76 nos puede hacer pensar que en su caso si que hubo algo de ésto, a parte de una peligrosa lluvia en aquel Gran Premio.
Las circunstancias del accidente creo que también pueden influir en esa segunda oportunidad.
Si el accidente fue motivado por un agente externo o mecánico del coche, la conducción en futuras pruebas podría no verse alterada.
Sin embargo, si el accidente fue motivado por un error de pilotaje como puede ser un exceso de velocidad o una curva mal tomada, si que se podría ver alterada esa conducción en futuras pruebas pero no como trastorno de estrés postraumático, sino como experiencia de conducción adquirida.
Es decir, si sabes que a esa velocidad te has salido de la pista, pues la próxima vez pisarás un poco menos. Levantas el pie por experiencia adquirida, no por miedo.
En cualquier caso, el tema está presente y son muchos los factores que en él intervienen.
Secuencia del accidente de Button en Mónaco.
Y a continuación incluyo un artículo genérico sobre el tema en cuestión.
TPEP.
Un acontecimiento traumático es un suceso que es vivido como aterrador, con un miedo intenso, horror y sensación de impotencia, de que no hay nada que pueda hacer para escapar o evitarlo. Casi la totalidad de las personas expuestas a un suceso traumático desarrollan síntomas típicos del trastorno de estrés postraumático (TEPT), durante los días siguientes al trauma. Es una reacción normal encaminada asimilar lo sucedido y aprender lo más posible de dicho acontecimiento, como un modo de mejorar la supervivencia en el futuro. En muchos casos estos síntomas vas disminuyendo paulatinamente hasta desaparecer. Sin embargo, si los síntomas perduran después de un mes, se considera que existe un trastorno de estrés postraumático. En los casos en los que el trastorno se prolonga entre 3 y 6 meses, existen muchas probabilidades de que se haga crónico, pudiendo durar años y afectando significativamente la vida de estas personas en todos sus ámbitos.
Puede ocurrir a cualquier edad, en ambos sexos y en personas psicológicamente sanas y bien ajustadas. Tiene un efecto acumulativo. Es decir, cuanto mayor sea el número de traumas vividos, mayor probabilidad existe de desarrollar un TEPT.
Entre las situaciones que más probabilidades tienen de dar lugar a un TEPT se encuentran la violación, el abuso sexual, guerras, catástrofes naturales, asaltos, atentados terroristas, abuso físico, etc. Puede tratarse un suceso que esta persona ha vivido personalmente o de algo de lo que ha sido testigo o que le han contado, leído o visto en televisión.
La severidad de los síntomas puede varias en función de muchos factores, incluyendo la gravedad del trauma, el modo en que fue percibido por el individuo, la capacidad personal de afrontar el estrés y el tipo de apoyo y ayuda recibido de la familia, amigos, profesionales, etc.
Estadísticas.
Alrededor del 30% de las personas se ven expuestas a lo largo de su vida a algún acontecimiento traumático. De estas personas, entre un 10 y un 20 por ciento desarrolla el trastorno. Los hombres experimentan más acontecimientos traumáticos que las mujeres, pero las mujeres tienen más probabilidades de sufrir experiencias que tienen una probabilidad más alta de provocar este trastornos en ambos sexos, como es la violación, que da lugar a un TEPT en el 50 % de las mujeres y el 65 % de los hombres.
Tipos de acontecimientos traumáticos más prevalentes.
-Entre las mujeres es más común la violación y acoso sexual.
-Entre los hombres son más prevalentes la amenaza con arma, presenciar una agresión o asesinato y
un accidente de tráfico grave.
-En ambos sexos por igual: muerte inesperada de un ser querido, accidente de tráfico con riesgo para la vida, presenciar una agresión o asesinato, asalto con violencia, amenaza con arma y catástrofe natural.
Definición y síntomas
Las personas que desarrollan este trastorno no pueden integrar lo sucedido en su memoria. Es decir, el trauma no ha llegado a formar parte de su pasado, sino que continua permaneciendo presente en su vida psíquica. Los recuerdos no se modifican con el paso del tiempo ni pierden su carga emocional, como suele suceder normalmente, sino que permanecen con la misma viveza y sensación de realidad a pesar del paso del tiempo, “como si hubiera sucedido ayer”.
Los síntomas son los siguientes:
Reexperimentación. Consiste en volver a revivir en su mente lo sucedido, a través de pensamientos, recuerdos o imágenes mentales relacionadas con el trauma que aparecen en su mente sin que pueda controlarlo cuando se encuentra en un estado de alerta o cuando la víctima está expuesta a situaciones que le recuerdan el trauma. También tienden a revivirlo en forma de pesadillas que escenifican el trauma o bien expresan lo que siente la víctima, aunque no guarden relación directa con lo sucedido, como cuando sueñan que son sepultados por una enrome masa de agua durante un maremoto. A veces se producen flashbacks, durante los cuales tienen la sensación de estar viviendo de nuevo todo lo que pasó. También pueden sentir sensaciones físicas parecidas a las que sintieron entonces. Estas reexperimentaciones van acompañadas de emociones intensas como pánico y rabia, sensación de gran peligro (con ansiedad), deseo de escapar o deseo de defenderse atacando a alguien.
También pueden reaccionar ante los recuerdos mediante síntomas físicos, como agitación, temblores, sudoración, taquicardias.
Reexposición compulsiva al trauma. De un modo que no logran explicar, tienden a buscar situaciones que les recuerdan el trauma vivido. Por ejemplo, las mujeres que han sido maltratadas en la infancia tienden a convivir con hombres maltratadores, las niñas que han sufrido abusos sexuales tienen más probabilidades de dedicarse a la prostitución o los niños que han sido maltratados en la infancia tienen más probabilidades de ser maltratadores en la edad adulta. Una posible explicación es que estas personas tienen la sensación de haber fracasado ante dicha situación y buscan revivirla para intentar controlarla y salir indemnes de ella.
Evitación y embotamiento. Debido al malestar que sienten ante los recuerdos, tratan de evitar cualquier situación, persona o conversación que pudiera recordarles el trauma. Cuando van por la calle temen que pueda volver a repetirse, de modo que algunos pueden llegar a desarrollar agorafobia. Conforme pasa el tiempo, son cada vez más las cosas que les recuerdan lo sucedido, debido a que se van estableciendo asociaciones entre unas y otras; empiezan a sentirse acosados por lo sucedido pero, paradójicamente, cuando más tratan de huir más parecen perseguirles los recuerdos. Esta huida llega a dar lugar a un embotamiento de los sentidos, en un intento de dejar de sentir cualquier cosa para no sentir más dolor emocional. Las emociones, sean positivas o negativas, llegan a ser una amenaza, de modo que dejan de sentirlas, se distancian del resto de las personas, incluidas sus familias, parejas o amistades, el mundo exterior empieza a perder su viveza y se transforma en algo frío y distante que no les produce ninguna reacción especial. Se sienten vacíos por dentro, como muertos en vida y pierden el interés en cosas o actividades con las que antes disfrutaban
Hipervigilancia. Reacciona intensamente ante estímulos irrelevantes. El sonido del teléfono, cualquier golpe inesperado, una palmada en la espalda, etc. los hace sobresaltarse bruscamente. Se encuentran en un constante estado de alerta, percibiendo mundo de un modo hostil y amenazante. Tienen problemas para dormir, irritabilidad, nerviosismo y estallidos violentos. El continuo estado de activación los distancia tanto de sus emociones como de sus sensaciones corporales.
Síntomas secundarios. Son síntomas que se producen como consecuencia de los anteriores.
-Agresividad y rabia hacia los demás o hacia sí mismos. Debido a su necesidad de defenderse, al hecho de no poder controlar sus síntomas y al estado de alerta en que se encuentran.
-Culpa y vergüenza. Suelen aparecer cuando empiezan a pensar que deberían haber hecho algo, que si no hubiesen hecho tal o cual cosa tal vez lo habrían evitado. En parte, esto es debido a una necesidad de control: si se consideran responsables pueden pensar que hay algo que pueden hacer para evitarlo si vuelve a suceder, que no están totalmente a la merced de su agresor. De hecho, este es un mecanismo de protección bastante extendido que a veces lleva a las personas a culpar a la víctima para poder seguir pensando que puede evitarse, que a ellos o a sus seres queridos no les pasará algo así porque sabrán impedirlo. Pero lo cierto, es que muchas veces es imposible controlar el comportamiento de otras personas.
-Problemas para relacionarse. Les resulta difícil volver a confiar en los demás. Su embotamiento emocional puede impedirles sentir cercanía emocional hacia otras personas. Su necesidad de estar en guardia y defenderse puede impedirles dejarse llevar en situaciones íntimas con sus parejas, pues eso requeriría bajar la guardia, lo cual puede dejarlos a merced de ese mundo que perciben como hostil, un lugar en el que pueden pasar cosas terrible, pero no a los demás, como suele creer la mayoría de las personas, sino a ellos mismos, sin previo aviso y sin que puedan hacer nada para evitarlo. Pueden acabar aislándose del resto de las personas y del mundo.
Trastornos asociados.
El 85% de los hombres y el 70% de las mujeres suelen tener algún otro trastorno asociado, como consecuencia del trauma vivido. Entre estos trastornos se encuentran la depresión mayor (el 50 % de las personas), trastorno obsesivo-compulsivo, fobia simple, fobia social, trastorno de pánico, agorafobia y ansiedad generalizada. El abuso de alcohol se produce en el 50% de los hombres y el 30 % de las mujeres.
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