GOLPES DE ESTADOAunque no nos lo queramos creer, en los equipos de F1 hay golpes de estado. Unos sibilinos, otros escandalosos. Pero los hay. En el espacio de dos semanas hemos asistido a un par de ellos.
Es normal que en los equipos siempre haya un favorito. Lo normal es poner todos los huevos de la cesta detrás del piloto que mejor se comporta en esa temporada. Ya se sabe que la F1 es caprichosa y no siempre el mejor es capaz de brillar en el momento que se le espera.
Por ejemplo en Ferrari. Muchos esperaban que Massa, dado su conocimiento de la casa tuviera la mano por delante de Fernando. Si bien el brasileño se ha defendido, no ha capitalizado esa posible ventaja inicial y no ha aprovechado las circunstancias de Australia. Algo que se podría interpretar como una resistencia a dejar el poder. Pero que al final el tiempo va colocando a cada uno en su sitio. Massa tuvo una oportunidad de cambiar el curso de los acontecimientos en Mónaco y haber rematado en Turquía. Uno de sus circuitos talismán. Ahora ese circuito le puede relegar en 2010 a un papel de secundario.
Pero los dos casos más flagrantes hasta ahora son los que han acontecido en Mercedes y Red Bull.
MERCEDES
Partiendo de la base de que el coche tiene problemas de concepción importantes, Nico Rosberg se había hecho con el mando. Quizá estar en uno de los equipos grandes era el último punto que necesitaba el alemán para terminar de sacar todo lo que lleva dentro, que parece mucho.
Salvando situaciones y aprovechando sus oportunidades se mantenía arriba en la tabla con cualquier opción que podamos pensar viva.
Pero su compañero es Michael Schumacher. El tipo que siempre puso a sus pies a todos los compañeros de equipo. Bien porque era mejor, bien porque los coches estaban a su gusto. Algo muy respetable y fruto de su trabajo incansable.
Pero en Mercedes no ha pasado eso. El coche era eminentemente subvirador. Y ahí Rosberg se ha desenvuelto mucho mejor, dando muy ‘p’al pelo’ a su ilustre compañero que sufre y mucho con ese tipo de coches.
El cambio de batalla del coche de cara a Barcelona tuvo el efecto deseado por Michael Schumacher, Norbert Haug y Ross Brawn. Le dio la vuelta a la tortilla. La gran inversión del equipo en ficharle tapaba un poco sus verguenzas y dejaba detrás al insolente niñito. Lo mismo en Mónaco donde quedaban como los peores de los cuatro equipos punteros. Sí, Schumacher mejoraba pero a costa de empeorar el rendimiento de Rosberg.
El resultado es que Nico ha perdido de momento el tren del campeonato simplemente para que Schumacher mantenga su nombre.
RED BULL
En Red Bull ha sido un poco más sibilino. Cierto es que Vettel ha sufrido tres averías que le han costado bastante, sobre todo en Bahrein y Australia y no tanto en Barecelona, algo que siempre deja rastro en el subconsciente del equipo.
Comunicar a los cuatro vientos que el chasis del alemán tenía un problema en Barcelona y Mónaco es un golpe de estado a la autoridad que se había ganado a pulso Webber en ambas carreras.
Sólo se busca socavar la confianza del australiano mandándole el mensaje de que: “sí, has sido mejor pero porque Vettel ha tenido problemas”.
Claro que a pesar de ese chasis tullido no tuvo problemas para quedar por delante de Mark en casi todas las sesiones de Barcelona, menos en la que contaba. Y tampoco tuvo problemas para practicamente calcar la actuación en Mónaco. Vuelta rápida incluida. Para un chasis tocado no está mal que no sufriera problemas de desgaste y que aquel le permitiera marcarse el vueltón que hizo. Por cierto, con la carrera tan estabilizada, quedó como un precioso brindis al sol. También se puede ver como una pataleta de impotencia.
El caso es que Rosberg y Webber han sufrido un golpe de estado. Los elegidos para dar la cara por su equipo, Schumacher y Vettel -antiguo y próximo “wunderkind”-, estaban sufriendo y había que cambiar el rumbo.
Las tres próximas carreras nos dirán si los golpes de estado han sido victoriosos. O, por contra, si se inicia una cruenta lucha interna por el poder de los que legítimamente se habían hecho con él . En McLaren y Ferrari se frotan las manos.
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